Hace unos días, un nutrido grupo de colegas -socios de la Asociación Europea de Directores de Comunicación– tuvimos la ocasión de charlar de forma distendida con los responsables en España de la agencia Reuters.
Posiblemente, la mayoría de los lectores de este blog identifiquen a Reuters con una simple agencia de noticias internacional. Craso error. Thomson Reuters –su denominación actual—es hoy un conglomerado de servicios de información que factura anualmente más de 12.000 millones de euros en todo el mundo y que se precia de ofrecer productos de información en prácticamente todos los sectores empresariales, desde el ámbito financiero, al científico y educativo, pasando por el legal o el farmacéutico. La agencia de noticias, nos dijeron, apenas supone el 5% de la actividad de Thomson Reuters.
Sin duda, fue un encuentro muy interesante. Siempre es positivo escuchar la opinión de los buenos profesionales, máxime cuando se trata de primeros actores del mundo del periodismo “activo” (no de despacho) y de testigos de excepción de muchos de los movimientos políticos y corporativos que se producen en España a diario; es decir, testigos del modo en que organismos públicos, partidos políticos y empresas gestionan su relación con los medios de información.
Durante el encuentro, abordamos numerosos temas, algunos off-the-record que, obviamente, deben quedar fuera de este blog. Así, hablamos de la competencia en el sector y de cómo Reuters ha pasado de competir principalmente con Bloomberg y Dow Jones –la agilidad y rapidez es aquí clave y en la redacción de Reuters los relojes son atómicos para garantizar una exactitud máxima en la difusión de las noticias–, a hacerlo con otros medios internacionales como The Wall Street Journal o el Financial Times, en donde el análisis de la actualidad juega un papel primordial. En la Reuters de hoy, no basta con ser el primero en difundir una noticia. También hay que saber analizar sus implicaciones políticas, económicas o sociales.
Hablamos del rigor informativo, de la obsesión en Reuters por garantizar la veracidad de las noticias, lo que lleva, por ejemplo, a comprobar siempre la información a través de varias fuentes. Hablamos de los complejos y exhaustivos procesos de revisión y edición que sufren las noticias antes de ser hechas públicas, a través de una sofisticada estructura editorial de alcance internacional que somete a algunos artículos a revisiones que pueden durar varios días. Hablamos acerca de globalidad en la que vivimos y de cómo la redacción de Reuters está activa las 24 horas del día, pasándose el testigo de Asia a Europa, de Europa a América y nuevamente a Asia para garantizar a sus clientes un flujo continuo de información.
Posiblemente, sean ese rigor en los procesos y ese afán en la búsqueda de la precisión –cuya mejor ilustración es el reloj atómico que antes comentaba– los que han convertido a Reuters en una de las agencias con mayor credibilidad y capacidad de influencia en el mundo, lo que sin duda posibilita a su vez su independencia respecto a sus fuentes de financiación, el sueño de cualquier medio de información. Eso y su cercanía a las fuentes informativas de las que beben y que son el origen de muchas de las scoops –exclusivas—de la agencia cada semana.
Una cercanía a las fuentes que también está ahí cuando las noticias no son positivas. Reuters aplica el lema de “no surprise policy” [“política de no sorpresas”]. Es decir, ningún organismo o empresa citada por Reuters puede sorprenderse de ser protagonista de una noticia de la agencia. Reuters siempre avisa con antelación al interesado u afectado de que dicha noticia va a salir. Así que la próxima vez que leáis declaraciones de sorpresa de tal o cual dirigente político o de tal o cual líder empresarial respecto a alguna información adelantada por Reuters, ya sabéis, es puro teatro. Como la vida misma.
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